T.A.Y EDUCACIÓN


LA TÉCNICA ALEXANDER Y LOS NIÑOS


Los niños son un fértil campo de cultivo para los criterios de cuidado personal que ofrece la técnica Alexander. Los hábitos que tratamos de disolver como adultos datan de la infancia, las más de las veces en cuanto a origen, y siempre en cuanto a consolidación de los patrones de carácter. Por tanto idealmente puede decirse que es el momento clave para introducir este aprendizaje a modo de guía y prevención.

Venimos al mundo con un cuerpo-mente que responde a unas leyes universales de funcionamiento, pero hemos perdido muchos eslabones en la cadena del instinto, y los condicionantes sociales no suelen facilitar el camino de su recuperación. En el proceso de crecer, desde niños, hemos encontrado estrategias de adaptación  y respuesta a las demandas del entorno que a menudo autolimitan nuestra libertad intrínseca y nuestro abanico de potencialidades. Los niños se ven ante el reto de aprender a conducir su cuerpo-mente en este mundo y de forma natural buscan ejemplo en los mayores, pero los adultos no solemos tener recursos que sirvan de modelo o guía; a pesar de nuestra buena voluntad, somos ejemplos más bien pobres de uso corporal y en la inmensa mayoría de casos no hemos tenido ninguna formación ni información al respecto.

Un niño, como un adulto, puede ir tomando conciencia de que para manipular herramientas o escribir se encoge de hombros y colapsa el toráx, que aprieta el abdomen para desconectarse de una situación desagradable evitando el llanto, o que tensa las piernas reteniendo la rabia, y un largo etcétera de síntomas representativos en la interacción con la vida. Ser consciente le permite ampliar sus registros y flexibilizar sus reacciones evitando la repetición y acumulación de hábitos no saludables.

La técnica Alexander ofrece un modo respetuoso de favorecer las respuestas de su cuerpo que salvaguardan la conexión con su ser y su impulso vital.  Reconocer el funcionamiento de las leyes naturales de la coordinación y aprender a no interferir con ellas compensa la pérdida del instinto de autorregulación infantil.

(Ver también en el apartado "talleres"  de este blog: "El cuerpo en juego")

TÉCNICA ALEXANDER EN LAS ESCUELAS

UNA PROPUESTA PARA ESCUELAS DE PRIMARIA, SECUNDARIA Y BACHILLERATO


A cargo de:

Itziar Castillo Otaola: Profesora de Técnica Alexander. Graduada en A.T.C.A.:"Alexander Techniek Centrum Amsterdam", 1997. Miembro de A.P.T.A.E. ,"Asociación de Profesores de la Técnica Alexander de España". Formación en Psicoterapia Integrativa con Claudio Naranjo. Formación en terapia Gestalt. Master en "Educar: expresión, comunicación y lenguajes" por la Universidad Central de Barcelona. Especialista en Expresión del Cuerpo y la Voz.


MARCO INTRODUCTORIO

Explicar con palabras lo qué es la técnica Alexander no es tarea fácil, ni tampoco explicar todos los aspectos de la persona que trabaja, qué ofrece o mejora.

Partiendo de la base de que hay dos tipos de cosas, las que se tocan, se ven o se pueden definir fácilmente con palabras, y las que escapan a esas concreciones, podemos decir que los beneficios que aporta la  técnica Alexander pertenecen "inseparablemente" a ambos ámbitos. Por un lado, lo material, si por material entendemos lo físico, en este caso el cuerpo, ya que sus efectos mejoran de manera eficaz todo tipo de problemática músculo-esquelética. Sin embargo, el cuerpo humano no es una máquina de funcionamiento mecánico y no sirve tener un manual de instrucciones, como cuando compramos un electrodoméstico, para hacerlo funcionar correctamente. Por lo general cuando lo usamos de tal manera acaba resintiéndose y manifestando dolores, contracturas etc. que escapan a nuestra voluntad de solucionarlas. Para que un beneficio en el cuerpo sea permanente necesitamos implicar algo más que un procedimiento mecánico. Aquí estamos ya en el segundo ámbito, que abarca emociones, sentimientos y pensamientos.

Podemos observar que en invierno la gente se viste con mucha ropa de lana, gruesa... y en verano con algodón finito, en verano comemos más fruta, ensaladas...y en invierno más cocidos y sopas, en los países más calurosos la gente viste con poca ropa la mayor parte del tiempo y en los fríos con mucha ropa la mayor parte del tiempo, sus trajes típicos son de un tipo o de otro y al igual sus recetas de cocina  e ingredientes llegan a ser características de su cultura. Yendo más allá, en otro plano, sus costumbres son más o menos intelectuales o más o menos expansivas según el clima, ya que tienen más o menos oportunidades, necesidad y deseo de realizar unas u otras.

Del mismo modo las personas, desde niños, nos ponemos una "vestimenta" u otra  para adaptarnos al tipo de "clima". Pero más allá de las condiciones físico-ambientales y materiales, influyen los contextos afectivos, relacionales, familiares y sociales. Los sentimientos de seguridad de una persona serán muy diferentes según el caso y por tanto desarrollará actitudes distintas para adaptarse. Sin embargo tampoco nadie puede asegurar que estas recogen todas la razones por las que un niño se adhiere a una manera de comportarse u otra, también hay evidencias de que hay algo predeterminado en la  persona, desde que nace o incluso antes, que le hará desarrollar unas características de personalidad u otras, una tendencia, una predisposición a "vestirse" con unas actitudes independientemente de su situación vital.

Sea como sea, la vestimenta configurará el carácter, el "ego" de la persona y actuará como recurso para atravesar las etapas del crecimiento donde uno es dependiente del ambiente y contexto en que se encuentra. La cuestión es que hay aspectos del mismo que posteriormente pueden ser limitantes al ampliar nuestras experiencias a otros contextos durante nuestra maduración. En tales situaciones, ya no sólo no es útil, si no que interfiere con nuestros deseos auténticos y a menudo se fija en actitudes corporales limitantes que pueden llegar a originar lesiones y dolor.


LOS HÁBITOS

Las emociones, sentimientos, pensamientos...se inscriben en el cuerpo a través de las cadenas de músculos y neuronas que los dirigen a la acción. Los músculos se acostumbran a ser usados según un itinerario u otro, configuran hábitos, acordes con el sentimiento, actitud o pensamiento que se repite en la vida desde que somos niños. Podríamos decir que hay hábitos físicos y también hábitos mentales y emocionales aunque los unos no existen sin los otros.. (Fijaos en el doble sentido de la palabra hábito, "el hábito no hace al monje"). Finalmente nos sentimos raros e incluso desprotegidos e inseguros sin ellos, en la misma forma en que uno se siente raro e inadecuado si le ponen una ropa de un estilo que no es lo que normalmente viste. Vale la pena mencionar que en ocasiones un accidente, enfermedad o lesión fisiológica importante pueden actuar también de condicionante del carácter.

Los síntomas caracteriales formados en la infancia se intensifican en la adolescencia, los niños afrontan nuevos retos, a menudo comienzan nuevas amistades, aprenden nuevas habilidades, y descubren que la voz o el cuerpo no acompañan a su intención, sienten vergüenza, miedo, impotencia, a más esfuerzo peor resultado. La musculatura intenta  controlar la tensión y se bloquea más por el esfuerzo, la mente se rebela con pensamientos que no permiten la presencia, ni la respiración tranquila, ni la organización y el disfrute de la actividad.

De forma más o menos evidente estos hábitos pueden observarse en el uso del cuerpo y en los movimientos de cualquier persona adulta. Podemos observar profesionales que han desarrollado hábitos corporales para adaptarse a su trabajo, un zapatero, un labrador, un oficinista, un bailarín, un deportista o un músico (cada instrumento en una forma diferente), pueden tener cuerpos con actitudes muy diversas, hábitos posturales que delatan su profesión.

Con los años vamos percibiendo los efectos de este conjunto de hábitos. Nos vamos conociendo a nosotros mismos y vamos conociendo a nuestro ego. Y el proceso de maduración de la persona pasa por aprender a manejarnos de una manera eficiente y saludable con nuestros mecanismos condicionantes. Nuestro "ser auténtico", está siempre detrás, o debajo, de este ego, y aflora si aflojamos la capa tensa de hábitos adaptativos. En contra de lo que pudiera parecer, este estado de libertad no siempre aflorará más en situaciones familiares o con amistades íntimas. En realidad, a más confianza con más fuerza se presenta el ego y sus hábitos asociados. Sin embargo el ámbito de las relaciones más cercanas, nos arropa ante la vida y es una gran plataforma para trabajar esos patrones que ya no son tan deseables como nos parecieron en su origen. Pero es más fácil tomar conciencia de ellos en situaciones menos habituales, que presentan retos nuevos.


QUÉ APORTA LA TÉCNICA ALEXANDER EN EL CAMPO DE LA EDUCACIÓN


Después de tomar clases de técnica Alexander con F.M., Huxley escribió:

"La técnica Alexandernos ofrece aquello que estabamos esperando de un sistema de educación física: desalojo de la tensión debida a desajustes en el equilibrio del cuerpo y mejora de la salud física y mental. No podemos pedir más de ningún sistema educativo, y, tampoco menos si realmente deseamos evolucionar en una deseable dirección como seres humanos"

Aldous Huxley

El ego y los hábitos asociados, son en su origen una estrategia para adaptarnos, pertenecer, ser reconocidos, felices, amados, para lograr aquello que queremos, y paradójicamente acaban alejándonos de ello. Inevitable y necesario como demuestra ser, para la condición humana, el hecho de adquirir un ego con el que mostrarnos al mundo, podríamos decir que una persona, trascendiendo los hábitos creados, se abre a su propio desarrollo personal de un modo saludable y mejora su destreza en todas aquellas habilidades que se proponga.

La técnica Alexander acompaña hacia este objetivo, lo que la convierte en una herramienta de gran valor en el terreno de la educación de niños, adolescentes y jóvenes, y, en la formación y reeducación de los adultos que los acompañan.  En las primeras etapas será instrumento de prevención para crear patrones menos perjudiciales y en etapas posteriores recurso para la disolución de hábitos ya innecesarios anclados en el inconsciente.

La técnica Alexander tiene una eficacia reconocida como trabajo de rehabilitación de la coordinación en todo tipo de lesiones músculo-esqueléticas y neuromusculares. La experiencia que se recibe en una sesión de técnica Alexander actúa como regeneración de los circuitos nerviosos que nutren el sistema muscular. Aporta una experiencia cinestésica mejorada, y transmite la capacidad de obtener tal experiencia por uno mismo.  En casos de minusvalías, palía  déficits físicos, de atención y de percepción lo cual la convierte en un interesante recurso para las escuelas en el ámbito de la Educación Especial. Y finalmente, es también una gran herramienta en la adquisición de destrezas funcionales de todo tipo, escritura, motricidad fina, manipulación de herramientas e instrumentos de trabajo, y en el uso del propio cuerpo como expresión. 


LOS PROCEDIMIENTOS DE LA TÉCNICA ALEXANDER Y SU APLICACIÓN AL AULA


Cuanto más adulta es una persona más fijadas pueden estar sus mecanismos de defensa sin embargo en los niños  y jóvenes los patrones suelen ser frescos y de fácil reestructuración y a veces el aprendizaje será puramente preventivo. Sin embargo en ocasiones podemos sorprendernos de la intensidad de las contracturas y fijaciones, cuestionándonos el hecho de que sean simplemente patrones aprendidos de la experiencia  y no cuestiones de origen más lejano. En todos los casos podemos aportar ligereza y reencuentro con el propio cuerpo y el propio ser.

En una sesión práctica clásica de técnica Alexander se usan unos pocos procedimientos para transmitir los criterios de uso y la nueva experiencia cinestésica. Los fundamentales son: el descanso en la posición semi-supina y sentarse y levantarse de una silla con referencia través de las manos  y de indicaciones verbales del profesor/a. El profesor/a de técnica Alexander nunca fuerza los cambios sino que muestra las condiciones favorables para un uso mejorado siendo siempre el punto de partida el parar, el dejar de hacer lo erróneo y facilitar el consentimiento de la persona a la conexión natural que reside bajo los condicionantes.

Alexander partió para su investigación de su deseo y dificultad de recitar textos de Shakespeare: la motivación y los retos son motor imprescindible en todo aprendizaje y la técnica Alexander es un medio. Tanto como la consecución del objetivo será importante seguir un proceso conectado con el impulso original. Por ejemplo, en el caso de los niños, cuando aún no han sufrido de grandes interferencias, es fácil contar con su motivación genuina si les acompañamos con afecto en una actividad que sea de su agrado.

Por tanto, en la aplicación de la técnica Alexander a los niños es interesante acompañarlos en su experiencia motriz mientras están inmersos en las actividades, aportando de modo vivencial nociones sencillas de anatomía y atención consciente.  En esta forma la técnica Alexander puede aplicarse en sesión individual o en paralelo a la dinámica lectiva del aula, ayudando puntualmente a cada uno de los niños en su uso en actividad.

Para que esta labor con niños sea aún más efectiva es recomendable plantear también un trabajo paralelo con los adultos a su cargo.  Los niños aprenden en gran manera de modo imitativo y frecuentemente les transmitimos experiencias condicionantes negativas sin voluntad, ya que están inscritas en nuestros aprendizajes más antiguos e inconscientes. Además el trabajo sobre sí mismos dará a los adultos acompañantes, tanto educadores como padres y madres, la capacidad de acompañar a los pequeños en una adquisición de hábitos mejorada. Si un maestro está experimentando un proceso de mejora de sus propios mecanismos psicofísicos, además de ofrecer un buen ejemplo estará en condiciones de facilitarlos y potenciarlos en el aula para los niños. Las lesiones músculoesqueleticas, las afecciones de la voz y el estrés mental y emocional característicos de la profesión docente se pueden ver profundamente transformados por un uso consciente y preventivo de los mecanismos de respuesta en el desarrollo de su actividad.